Introducción
Antes de la construcción de este edificio ocupaba el solar un almacén de planta baja y uso comercial, que supuestamente habría de aprovecharse, motivo por el cual el proyecto incorpora un par de planos del mismo, bastantes detallados. Intuyo que esta pretensión no alcanzó otra virtualidad que una vacua declaración de buenas intenciones pues, más allá de las coincidencias derivadas de la forma de la parcela, no hay concomitancias que vinculen ambos inmuebles.
Desde luego lo que sí animaba al proyecto era un compulsivo afán macizador pues, mediante la operación de liberar un estrecho y alargado patio de 3 m de ancho en el lado occidental, se ambicionaba la ocupación de la práctica totalidad de la superficie disponible, vertiendo luces hacía ese angosto y marginal espacio. De este modo, se obtenía una elevada edificabilidad con 5 viviendas en los dos niveles inferiores y 6 en los tres superiores.
Afanes tan lucrativos no debieron colar porque finalmente se construyó un edificio con un alzado igual al proyectado pero la ocupación se redujo a una franja en paralelo a las líneas de fachada y un fondo de 8 m, es decir, respetando la pauta común a los Ensanches de construir en el perímetro de las manzanas dejando libre su interior.
Entre la documentación presentada al Ayuntamiento para el otorgamiento de la preceptiva licencia destaca una primorosa perspectiva del edificio, visto desde el lado opuesto de la intersección entre Padre Isla y Lope de Vega que, incorpora un fragmento del edificio de la Compañía Telefónica ITT, construido seis años antes al otro de la calle y que en aquel momento simbolizaba la vanguardia tecnológica, tanto por su configuración arquitectónica como por su destino funcional.
Se ve que el discurso de historicismo reaccionario que impulsó el bando vencedor no había calado todavía en León -vetusta urbe acostumbrada a vivir con retraso- pues la vecindad de una moderna infraestructura, diseñada además por un arquitecto republicano, se consideraba un factor digno de resaltar a la altura del “III Año Triunfal”.
Descripción y análisis
Nos detendremos en los alzados que son el único elemento que se materializó tal como estaba previsto.
Desde el arranque de su ejercicio profesional en 1930, Cañas del Río había gozado de la oportunidad de especializarse en edificios de vivienda con fachadas a dos calles, de los que había proyectado un número muy nutrido en asociación con Juan Torbado Franco. Parece como si buscara estos emplazamientos, o los promotores le hubieran catalogado como el arquitecto de los chaflanes.
Esta experiencia le sirvió para acuñar un estilo característico que bebe de las fuentes del llamado “movimiento moderno” en su faceta expresionista y que se basa en varios recursos repetidos insistentemente como la composición simétrica, el escamoteo de la cubierta que se oculta tras un peto, el protagonismo de elementos volados combinando balcones y miradores, la asociación de los vanos en franjas horizontales o el redondeo de las esquinas.
Aquí mantiene la mayoría pero prescinde del último en favor de una estampa articulada por diedros, aristas vivas y planos ortogonales entre sí, que apunta hacia una interpretación más conservadora del estilo moderno, como si barruntara lo que vendría poco después.
La fachada ha padecido un desafortunado tratamiento cromático y el cierre de algunas terrazas, pero aún mantiene su carácter primigenio que se hace patente, sobre todo, en el poderoso recercado esquemático que enmarca la puerta principal, situada en el eje del chaflán, o el estriado horizontal, muy resaltado, que cuaja los paños macizos de la banda de huecos de la planta primera.